sábado, 28 de marzo de 2009

La élite


Me gusta mi carrera porque hay tiempo para hacer de todo: política, economía, historia, comunicación, investigación, cultura, etc. Y hoy voy a hablar de uno de estos ámbitos: la cultura. Qué es para ti cultura? Hay una cultura o existen varias? Si coexisten varias, son algunas superiores a las otras? Estas son algunas de las preguntas que tratamos de responder el otro día en la asignatura de Periodismo Especializado; fue algo así como un examen, según nuestro profesor José María Perceval. Y ahora yo me estaba preguntando si, de entre todas las definiciones que nos dio en clase el pasado miércoles había alguna que me llamará especialmente la atención. La verdad es que no ha sido muy difícil encontrarla porque es una definición que no comparto en absoluto. Ahí va.


Definición elitista: la cultura como expresión de una clase social o un grupo de elegidos. Las élites consideran que ellos son los que tienen el buen gusto y, por lo tanto, ignoran a las masas y luchan con la incomprensión de las mentes.


Quiénes son los elegidos? porque? Que características reunen? Se puede ignorar a la gente que no son como los elegidos porque no reunen esas peculiaridades? Que es el buen gusto? Porque los que no son como los elegidos son incultos?

Desde aquí hago un reclamo: si alguien puede contestarte a todas estas preguntas de manera coherente, de manera sensata, para que yo logre entender porque una determinada clase social es culta por tener ciertos gustos y no otros, que lo haga. Si alguien es capaz de explicarme porque unos intereses son de buen gusto y otros de menor escala, que lo haga. Le estaré eternamente agradecida.

A mi parecer, existen tantos buenos gustos como personas y ninguno debe de ser ignorado para entender la complejidad de la sociedad en la que nos movemos.

sábado, 21 de marzo de 2009

Una, dos, tres...

...y así hasta perder la cuenta. No se cuantas veces la suelas de mis zapatos han pisado suelo londinense, sólo se que nunca me cansaré de pisar y pisar.

La primera vez que visité Londres hace ahora tres años me enamoré. Me enamoré de su estilo de vida, de sus gentes, de sus costumbres y, aunque suene extraño teniendo en cuenta nuestra cocina mediterránea, me enamoré también de su comida. Fue un primer contacto clásico en el que conocí lo típico de la ciudad inglesa. Fui una turista más.



Primrose Hill: una de las mejores vistas de Londres

Sin embargo, mi hermana me ha dado l
a oportunidad de conocer otro Londres, el Londres de la gente que pasea día a día entre sus calles, que estudia allí, que vive allí. Desde que mi hermana se fue a vivir a la capital inglesa, mis viajes se hicieron más frecuentes y, a la vez, más gratificantes. Me enseñó rincones perdidos que se escapan de las prisas de los turistas, me regaló la oportunidad de perderme por la ciudad, de probar mi ingles y de vivir como si fuera una más. Me adapté al horario inglés, a llevar el paraguas siempre en el bolso, a las fiestas que empiezan a las 8 p.m y acaban a las 2 a.m, a comer y pasar el día en cualquiera de los parques que se extienden por la ciudad, a cenar con dos colombianos, un japonés, una argentina, una mejicana, una griega, un italiano, tres ingleses y dos españolas. Me vi inmersa en un mundo desconocido para mí pero, sin duda, fascinante.



Supongo que Londres sigue teniendo la misma esencia que en mi primer viaje, lo que ha cambiado es mi manera de vivirlo, de exprimirlo, de disfrutarlo, de verlo.

Nos vemos pronto Londres...

lunes, 16 de marzo de 2009

La carta

Querido prospecto informativo,

el motivo de esta carta no es otro que agradecerle su existencia. Me parece fascinante la labor que desarrolla en todos los museos en los que se expone. Sin usted, seria bastante complejo acceder y descifrar el significado que se esconde tras las obras de célebres artistas.

Muchas veces oigo gente que opina que estos folletos informativos sobre una determinada colección no son de utilidad. Quizás es cierto que tienen menos valor cuando las obras que contemplamos y estudiamos son paisajísticas, de motivos religiosos, históricas o de naturaleza muerta. Sin embargo, cuando lo que se intenta entender son obras que se enmarcan en lo que llamamos arte abstracto (con todos los variantes que ello acarrea) su existencia cobra más fuerza que nunca.

Gracias a mi visita al MACBA el pasado miércoles me percaté de su enorme relevancia en este mundo cultural de museos, exposiciones, colecciones, etc. Mi intención era ver la exposición del artista alemán Thomas Bayrle titulada Me temo que ya no estamos en Kansas, a quien no conocía antes de mi visita de 2 horas al museo. Quizás fue este desconocimiento el que me motivo a leerle, quizás el ansia y el apetito por comprender que quería decir el artista con sus obras. ¡Y menos mal que lo hice!



Usted no sólo me detalló cuándo podía ver la exposición, dónde se localizaba ésta i quienes son sus patrocinadores sino que además me facilitó información imprescindible de las obras, dotándolas de sentido para esta mente poco curtida en pop art alemán. De esta manera salí del MACBA con la certeza de haber entendido algo, que no todo. Usted, querido prospecto informativo, me marca el contexto de la colección que voy a ver, me detalla los objetivos que pretende el artista con ella, la disposición de los trabajos en el espacio y su relación con el tiempo de elaboración y me explica los elementos más recurrentes en su obra. Usted, querido prospecto, no satisfecho con solucionar todas estas inquietudes, me ayuda a entender algunas de las obras más famosas del artista alemán.

De nuevo y para finalizar esta carta reitero el motivo que la ha impulsado. Gracias.

Cordialmente,

E.Ruiz

jueves, 12 de marzo de 2009

Vamos a descubrir el mundo juntos


Venecia 2008, vista desde el vaporetto en dirección a Guidecca

Ven a perderte conmigo, a descubrir cualquier parte del mundo que aún no hayamos explorado. Ven a disfrutar conmigo de las pequeñas maravillas que tiene este planeta. Vamos a aprender juntos de la cultura de otra gente, de los saberes de otros pueblos. Vamos a mezclarnos con sus olores, sus comidas, sus costumbres y tradiciones. Acompáñame en mi viaje.

Tu aventura es un proyecto dirigido por Santiago Tejedor que define esta idea de viaje. Viajar para conocer, para enriquecerte, para responder a unas preguntas y volver a casa con nuevas cuestiones para formular. Tu aventura te permite acompañar en el viaje a personas que, lo más probable, es que no conozcas pero que aún así te muestran el país en el que viven, estudian. Es cierto que no las acompañas en el viaje en sentido estricto pero a través de sus crónicas te acercan un poquito más a una realidad que aún no has podido vivir en propia piel.

me enseñaste México sin que hubiera estado, yo viajé contigo...

Tu aventura mezcla en una coctelera viajes y periodismo dando como resultado una bebida de lo más atractiva, una de esas bebidas que no calman la sed sino que la hacen inherente a ti. Una vez has probado la combinación sólo puedes repetir y repetir y repetir...Tahina Can Bancaja es uno de estos refrescos estimulantes, tanto que no puedes dejar de beberlos.





La magia de viajar, del viaje, del viajero. La magia de descubrir, de explorar, de buscar. La magia de aprender, de soñar, de conocer. En cada rincón hay algo que se puede contar. El viaje te lleva a esos rincones, el ciberperiodismo es el instrumento que te permite socializarlos.









domingo, 8 de marzo de 2009

El precio de la cultura

Jueves 5 de Marzo. Bar de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

- Oye, podríamos ir a ver el musical de la Bella y la Bestia que ya está en Barcelona.
- ¿Si? Estaría bien la verdad. Hasta cuando podemos ir?
- Pues no lo se seguro, ya lo miraré.
- Esto...y el precio?
- Mmm...la entrada más barata cuesta unos 30 euros i está bastante alejado del escenario. Si lo queremos ver bien pues ya serian unos 55 - 60 euros.
- ¡Ups! Creo que nos tendremos que conformar con ver la Bella y la Bestia desde la pantalla del televisor.



El precio de las actividades culturales limita la clase de gente que puede disfrutar de dichos eventos. Normalmente, son los estudiantes y la población con un nivel económico medio bajo los que suelen quedarse fuera del público habitual de teatros, museos, espectáculos de danza, música e, incluso, de los campos de fútbol. Seamos honestos, el precio de la cultura es para las élites. Ahora bien, de quien es la culpa?

Supongo que si esta pregunta la formuláramos en la calle de modo abierto nos encontraríamos son un sinfín de respuestas, algunas quizás paradójicas otras, sin embargo, predecibles. Quizás la mía sea de este segundo tipo. A mi parecer, las instituciones culturales son las responsables de la sectorización de la cultura ya que de ellas depende la política cultural que se lleve a cabo. Me refiero no única i exclusivamente al Estado, sino también a las Comunidades Autónomas y las instituciones locales. Estos tres focos de producción i financiación cultural destinan, en su conjunto, poco más del 1% del PIB español para la financiación de las actividades culturales. No me digan que no resulta algo inquietante.

Como inquietante es también que sean las instituciones locales las que más fondos dediquen a este ámbito mientras que el Estado sea el que menos aporte. O inquietante es también que el gasto cultural se centre sobretodo en actividades deportivas y los museos quedando casi olvidados las exposiciones, las promociones de libro y la promoción y cooperación cultural.

La cultura es de todos, nos pertenece a todos y, por tanto, debe ser accesible para el mayor número de gente posible. En este sentido, el Estado, las Comunidades Autónomas y las instituciones municipales juegan un papel fundamental al posibilitar, con su inversión, subvención y financiamiento las actividades que se enmarcan en este sector. Es cierto que hay museos y exposiciones gratuitas, algunos descuentos (bastante irrisorios algunos) por ser universitario pero, aun así, la norma general nos sigue hablando de precios elevados en lo referente a espectáculos y entradas de fútbol, por ejemplo.

La cultura enriquece. ¡Bajen los precios!